Una diferencia de género es una distinción de características biológicas y/o fisiológicas típicamente asociadas tanto con hembras o machos de una especie en general. Se les llaman así para distinguirlas de las diferencias biológicas. Estas diferencias se reflejan, sobretodo, en las tareas domésticas, en las profesiones, en los cargos directivos, en el poder político, en algunas leyes, etc.
La existencia de una diferencia de género no necesariamente identifica si el rasgo se debe a la naturaleza o al ambiente. Desde el punto de vista de la psicología evolucionista, los humanos modernos hemos heredado rasgos naturales que eran adaptativos en un ambiente prehistórico, incluyendo rasgos que han tenido diferentes ventajas para los machos frente a las hembras. Los niños y las niñas aprenden el comportamiento apropiado y las actitudes de la familia y la cultura circundante con las que crecen, y así las diferencias de género no físicas son producto de la socialización. En la cultuta occidental, las diferencias de género derivan de las creencias religiosas, justificadas por prinicipos y textos religiosos como la Biblia, que marca cual es el papel de los hombres y mujeres. Desde los tiempos antiguos, el sistema económico se ha organizado en torno a las diferencias sexuales.
La diferenciación misma del género, al igual que en casos como la raza o las tendencias religiosas, genera choques cuando se intenta imponer una sobre la otra.
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